miércoles, 20 de junio de 2012

Por las calles de esta ciudad

Quisiera poder contarte todas la veces que he delirado de camino a casa. Pero hoy quizá me conforme solamente con poder contarlas, calcular cuántas han sido. Veamos. Para empezar, está el delirio de la entrada de sobra. Ya sabes, tengo dos entradas para un concierto, nadie con quien ir, y tú la tarde libre. Formidable. Otro desvarío, ya quizá más soñador, es el de la furgoneta. Dos cervezas y muchas ganas de viajar, y un provocativo "¿te apuntas?" que nos incita a olvidarnos de la humanidad durante meses, o si no deshacernos de la sociedad, que cada uno sea la única que existe para el otro. También están las noches de domingo que mientras saco las llaves, saco también la esperanza. Como las aves en migración, en forma de flecha vuela hacia la idea de encontrarte esperándome en el portal. "Hola, no tengo excusa, pero me apetece estar contigo". Pero quien no tiene ni tendrá argumento siempre soy yo. Nadie puede explicar los miles de delirios y locuras que han pasado por mi cabeza, mi mente enamorada. Y precisamente por eso seguiré haciéndote el amor a través de tu música, tu recuerdo, tu olor. Hasta que encuentre la razón o pierda la cabeza, o tropiece contigo al dar la vuelta a la esquina de la tienda de flores, como en las películas de Nueva York.

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